Feliz 150 aniversario Mollendo, Antonio La Torre, sesquicentenario, Mollendo, Arequipa, Peru, escritos, comentarios

     

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Felicitación del Círculo Mollendo (Arequipa) por el 150° Aniversario del Puerto de MOLLENDO.

 

EL CIRCULO MOLLENDO DE AREQUIPA, HOY 6 DE ENERO, EN SU 150° ANIVERSARIO, EXTIENDE A LOS MOLLENDINOS Y AMIGOS RADICADOS EN

EL PUERTO, EN AREQUIPA, EN LIMA Y TODO EL MUNDO, LA HERMOSA ALEGORÍA DE SU PREDILECTO SOCIO BERNARDINO RODRÍGUEZ CARPIO.



¡ VIVA MOLLENDO ¡…



WALTER LÓPEZ RETAMOSO.

Presidente del Círculo Mollendo (Arequipa).

 
 

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SIGLO Y MEDIO DE UNA EJEMPLAR PORFÍA

 

Escribe Bernardino Rodríguez Carpio.





Imaginemos que en los tiempos que hoy vivimos, alguien pretendiese levantar una ciudad sobre empinados cerros y quebradas, sin río, sin sol casi todo el año. En un suelo rocoso. A orillas de un mar embravecido cuya estrecha bahía, además por su bajo nivel, no permite acoderar embarcaciones de mayor calado.

Estaríamos ante una intención absurda que los modernos conceptos de la planificación y los estudios de factibilidad habrían rechazado.



Sin embargo esa ciudad existe. Se llama Mollendo. Y es una porfía del hombre frente a la naturaleza. Pequeña aún, posee modernos trazos y buen ornato. Sus bien asfaltadas calles son un olímpico desprecio de la ley de la gravedad, se descuelgan por pendientes, en algunos casos hasta en tres niveles y en otros trepan indomables cerros. Todavía abundan los edificios de madera, algunos hasta de tres y cuatro pisos, de estilo arquitectónico inglés. Su gente oriunda es en buena parte mezcla de arequipeños y europeos; tienen dentro de una Arequipa con mucha identidad propia, su propia identidad. Tanto que si les preguntan si son arequipeños, rebelándose contra el mapa, responden que son mollendinos. Enrique Chirinos Soto, en un noche social, tranzó la controversia llamándoles "los chalacos de Arequipa" para hilaridad general.



No son muchos pero emigrantes por vocación se les encuentra en todas partes, generalmente bien ubicados. Hubo un momento en que el presidente del Comando Conjunto y el cabecilla de la banda subversiva que quería la destrucción del Estado, eran paisanos; oriundos de este pequeño rincón del suelo nacional. Todavía no han llegado a presidente de la república, sí a presidente de la Corte Suprema, ministros de Estado, parlamentarios y comandantes generales de las tres armas.

Un lugar frecuente, sin embargo, es el deporte: hubo uno, Nicolás Fuentes, que fue catalogado el mejor en su puesto en un campeonato mundial de fútbol. Otro, Juan Carlos Oblitas, hizo el único gol de una hazaña peruana cuál fue ganarle a Francia en París. Roberto Abugattas fue muchos años recordman sudamericano y campeón panamericano de salto alto.



De tanto ver los barcos y rozar con gente de otras latitudes, muchos subieron a bordo a rodar por el mundo. Cada viejo junto al espacioso malecón, frente al mar, es una leyenda: Que navegó por todos los océanos, que sirvió en la Armada el 41 y venció en el Ecuador, que la “Reina del Pacífico” estuvo en Mollendo, que el “Arima Maru” varó en la playa, que el “Mono” Arriaga, preso por conspirador aprista escapó a nado de “El Frontón”, que “Islay” La Fuente lo intentó antes que el “Mono” pero fue alcanzado por una lancha patrullera y terminó acribillado a balazos en el mar. Entre los que emigraron, Renato Holguín Rivera, fue prisionero de los nazis en la segunda guerra mundial y obtuvo altas condecoraciones norteamericanas. No faltó tampoco quien fue dos veces campeón sudamericano de natación en Buenos Aires y después se convirtió en el primer americano que cruzó a nado el Canal de la Mancha y más tarde, cuchillo a la cintura por si acaso los ataquen los tiburones, asombró el viejo mundo cruzando el Estrecho de Gibraltar: Daniel Carpio.



En todos hay una similitud. El orgullo de su origen, la valentía y la melancolía por el pequeño pueblo ubicado entre cerros, bruma, peñascos y mar.

Quien ha nacido aquí siente que esa loma, convertida en pradera por la delicada llovizna de invierno, es para Mollendo como el abrazo materno de la naturaleza; extiende sus abrigadores brazos y lo cubre en su regazo en acto protector.



En el otro extremo está el mar. Inmenso, en sus orillas renegón, escenario de la epopeya diaria de un pueblo que aún resiste el asedio de la adversidad. En él quedaron sepultadas muchas vidas en el inevitable intento de extraerle el pan que manda el cielo.



En las horas nocturnas, cuando el pueblo queda envuelto en un manto de oscuridad y silencio, parece el dios del trueno por el nítido estallido de sus olas contra la roca inerte. Es en cambio, a la luz del día, belleza viviente, arte natural, pintura y poesía, al hacer con su espuma de la piedra milenaria, una gigante rosa blanca que semeja la expresión enamorada de la naturaleza marina hacia el puerto de su encanto.



Cierto que con él la madre tierra no fue muy generosa. Pero fue engendrado por su padre el mar. Lo protege, lo alimenta, retoza con él en sus playas, le enseña que el trabajo es faena dura, lo rezonga y lo hace hombre. Cuando ruge asusta pero si algún día dejara de rugir, los hijos del pueblo perderían el coraje, característica innata que explica esta bella porfía de una heroica subsistencia. Y una fe inquebrantable en días mejor.



Salud tierra querida, en tu 150 aniversario. Gracias a tu recuerdo, vivo.

 

 
     

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